Mi nombre es Gema Navarro y este verano hice un curso de Inglés en Irlanda para jóvenes con el objetivo de aprender el idioma e integrarme en la cultura irlandesa, aunque para mí, personalmente, ha sido mucho más.
Esta ha sido mi primera experiencia en cursos de este tipo, en Rush, un pueblo de costa en el norte del condado de Dublín, y me ha encantado. Es cierto que los días antes del viaje surgieron nervios; las nuevas amistades, las clases, la familia… pero como todos, en cuanto llegué al aeropuerto y empecé a conocer a gente y vi el ambiente del curso esos nervios poco a poco fueron desapareciendo.
Recuerdo la llegada a mi familia irlandesa con mucho cariño, pues me sentí integrada y cómoda desde el primer momento. Las familias irlandesas son muy agradables, te hacen sentir como una más y se preocupan por ti en todo momento. En casa hay siempre un ambiente relajado, de complicidad que sin duda favorece el progreso de la lengua. ¡Hicieron que casi no me acordara de mis padres! Por mucho que les pese a ellos, jejeje.
El primer día en el programa siempre es el más difícil, pero es increíble ver cómo gente que apenas se conoce hace lazos tan fuertes en tan poco tiempo, y lo digo por experiencia propia. El entorno social es muy distendido, agradable, divertido… y te incita siempre a relacionarte. De hecho, dentro del propio curso hay adolescentes irlandeses que están especialmente para charlar con ellos y fomentar el habla en inglés… aunque con tantas nacionalidades en el mismo centro (española, francesa, italiana e irlandesa) el uso del inglés para la comunicación es constante y necesario.
Además, cuentas con muchísimas personas dispuestas a ayudarte ante cualquier problema que pueda surgir, desde los monitores a la familia o la propia dirección del curso, que aportan una gran confianza y bienestar desde el primer momento.
En relación a la gente implicada en el programa, una parte importante son los profesores nativos que imparten tres horas diarias de clases por la mañana de una manera mucho más dinámica y divertida respecto a como lo hacemos aquí. Personalmente, entraba a clase con ganas y aprendía sin ni siquiera darme cuenta. Las clases eran muy participativas y abiertas. Contábamos con un libro a modo de guía, pero que muchas veces proponía un debate o un juego que terminaba en muchas risas. En clase se formó un gran grupo con mucho cariño y confianza entre nosotros, tanto entre los alumnos como con la profesora. Solo tengo palabras bonitas para ellos. Este ambiente favorecía mucho el factor académico. Los grupos de clase estaban divididos por niveles, y en ellos se trabajaban los cuatro aspectos principales de la lengua: listening, writing, speaking y reading. Además, al final de la semana había una prueba con el temario que se había estado trabajando durante toda la semana, y dependiendo de tu resultado podías permanecer en tu clase, o por lo contrario, cambiar de nivel.
En un día normal entre semana, después de las clases y la comida, tocaban las actividades y excursiones de medio día. En mi programa dos días a la semana teníamos excursión de medio día a centros comerciarles, al cine, a museos en Dublín, Croke Park, etc. y los otros tres días llevábamos a cabo actividades tipo deporte, danza irlandesa, cocina, drama, hip-hop, history walk, deportes gaélicos… para los que estábamos divididos en diferentes grupos y contábamos con un profesor especializado, además de un monitor presente en todas las actividades.
Después de las actividades o excursiones de medio día volvíamos a las casas para cenar y charlar con las familias. Al terminar, dos o tres días a la semana teníamos actividades por la tarde, entre otras: discoteca, bolera, quizz, carreras de galgos… El resto de tardes eran libres y solíamos quedar con el resto de estudiantes para ir a tomar algo, ir a la playa, dar una vuelta por el pueblo… y estar de vuelta en casa antes de las 22:30h.
Los fines de semana no teníamos clases; un día estaba dedicado a pasarlo con la familia irlandesa y el otro teníamos un día de excursión completa a Guiness, Epic, los jardines de Powerscourt y Gleandalough, cambiando cada semana.
Todas las actividades y excursiones estaban genial organizadas, gracias a los monitores y a toda la gente involucrada, que hacía cada momento aún más divertido si cabe.
Yo no soy la chica más abierta ni más lanzada, pero desde la experiencia animo a que forméis parte de esta aventura que, como decía al principio, me ha encantado. Ya no solo por la cantidad de actividades que realicé, ni por los lugares a los que fui, ni por la mejora del inglés o la integración en la cultura, que evidentemente también. Gracias a esta experiencia he disfrutado y aprendido un montón, pero sin duda me quedo con la gente que he conocido, que han hecho de esta experiencia algo inolvidable y a los que recordaré siempre con mucho cariño.
Muchísimas gracias por todo.
¡Nos vemos el año que viene!