El tiempo va mejorando por momentos. Parece que los astros se han alineado y estamos de suerte, el sol y el calor ¡nos embriagan estos días!.
El viernes fue un día de máxima concentración para nuestros chicos y es que el concurso de talentos está a la vuelta de la esquina y cada grupo ya ultima los detalles de sus actuaciones. Además el sábado fue el cumple de una de nuestras chicas Kells y lo celebramos con una deliciosa tarta de chocolate…¡no dejaron ni las migas! Aprovechamos a hacer esto el viernes porque como sabéis, el sábado fue el día de la familia y los chavales, teniendo en cuenta que para algunos de ellos es su última semana, hicieron cosas fascinantes. Por ejemplo, algunos de ellos visitaron los espectaculares acantilados de Moher, situados en la costa Atlántica y sin duda, uno de los paisajes más impresionantes de Irlanda. Los monitores aprovechamos también para deleitar a nuestra propia familia con una paella…typical spanish, aunque la materia prima fuese irlandesa, jajajajaja.
Y por fin…¡domingooooo! El día amaneció nublado pero caluroso ¡perfecto para visitar las fresquitas cuevas de Mitchelstown! encontradas en 1833 por un granjero de la zona y que se mantienen todo el año a una temperatura constante de 12 grados. El interior es espectacular por sus formaciones cristalinas en la roca además de por sus estalactitas y estalagmitas. La guía nos contó que una vez al año hacen conciertos en el interior de todo tipo de música y los más de 100 asistentes pueden disfrutar de la acústica natural a la luz de tan sólo velas. Mágico.
Tras visitar las cuevas y con el fresquito que se nos metió en el cuerpo, fuimos a visitar Cork, la segunda ciudad más grande de Irlanda después de Dublín. Los chicos gozaron aquí de un poco de tiempo libre para poder descubrir algunos de los rincones de la ciudad a sus anchas y es que a estas alturas…¡ya están hechos unos callejeros viajeros!
Y para finalizar el día, la culminación de lo «típico irlandés»:Cobh. Pueblecito pesquero y último puerto del malogrado Titanic. En este pintoresco pueblo pudimos ver sus sorprendentes casitas de colores y la colosal catedral que corona el pueblo donde además pudimos ver cómo tocaban auténticas sinfonías con las campanas como si de un órgano de tratara.
En definitiva, un fin de semana inolvidable para todos.